El desgarro muscular se encuentra entre las lesiones más frecuentes, especialmente en personas activas y en quienes practican deporte de forma regular. Esta condición puede variar desde una simple distensión hasta una rotura completa de las fibras musculares, lo cual puede ser muy doloroso y limitante. Por ello, desde Traumavance, te vamos a explicar en este artículo, qué es un desgarro muscular, cuáles son causas, sus síntomas, y cómo se puede tratar y prevenir esta lesión, para que así puedas comprenderla mejor y abordarla adecuadamente.
¿Qué es un desgarro muscular?
Un desgarro muscular, también denominado rotura de fibras musculares, es una lesión que afecta a los músculos, ocasionada por un estiramiento excesivo que sobrepasa la capacidad del mismo para alargarse o debido a un impacto directo en el área, que puede causar la rotura de las fibras del músculo.
Este tipo de daño suele ocurrir cuando el músculo es sometido a un estiramiento brusco o una fuerza que no puede soportar. Las razones que pueden dar lugar a una rotura muscular son múltiples, incluyendo:
- La falta de flexibilidad: cuando los músculos se tornan rígidos, pierden su capacidad de estirarse y adaptarse a movimientos rápidos o exigentes, lo que aumenta la probabilidad de sufrir desgarros.
- La deshidratación y las deficiencias nutricionales: un músculo que no recibe suficiente hidratación o los nutrientes necesarios, como calcio y potasio, se vuelve más vulnerable a las lesiones debido a su debilidad. Por eso, es fundamental mantener una buena hidratación y seguir una alimentación equilibrada, sobre todo en los momentos previos y durante el ejercicio físico.
- La ausencia de calentamiento: es esencial preparar los músculos con un calentamiento adecuado antes de practicar cualquier deporte. Un músculo no calentado, expuesto a movimientos repetinos, tiene un mayor riesgo de sufrir desgarros o lesiones.
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- La ausencia de descanso: un adecuado período de descanso y un buen ciclo de sueño reparador son esenciales para la correcta recuperación de los músculos. Sin tiempo suficiente para relajarse y regenerarse, los músculos no pueden hacer frente de manera efectiva a la actividad física intensa.
- El desequilibrio muscular: los músculos del aparato locomotor actúan de forma coordinada y con funciones complementarias o contrarias, por lo que es esencial que exista un balance entre ellos para evitar sobrecargas o lesiones. Cuando este equilibrio se ve alterado, aumenta el riesgo de sufrir lesiones, ya que algunos músculos pueden sobrecargarse y lesionarse más fácilmente.
Síntomas comunes de un desgarro muscular
Los signos que indican la presencia de un desgarro muscular pueden variar en función de la severidad de la lesión, aunque en general suelen presentarse de la siguiente manera:
- Dolor agudo y repentino: suele aparecer de forma súbita, con sensación punzante localizada en la zona dañada.
- Hinchazón: el área lesionada puede volverse más grande debido a la acumulación de líquidos y sangre en los tejidos.
- Hematomas visibles: tras una lesión muscular, es frecuente que se presenten hematomas debido al sangrado interno.
- Pérdida de fuerza: en función del nivel de la lesión, el músculo puede volverse temporalmente más débil.
- Limitación del movimiento: mover el músculo afectado puede resultar difícil o doloroso, sobre todo si el daño es considerable.
Tipos de desgarro muscular
Las lesiones musculares por desgarro se agrupan en tres niveles, según la magnitud del daño:
- Desgarro de primer grado: se trata del nivel más leve. En este caso, el músculo sufre una distensión o sobreestiramiento leve, con daño mínimo en las fibras. Suele acompañarse de molestias moderadas y se resuelve con descanso y cuidados básicos.
- Desgarro de segundo grado: aquí el daño es más significativo, con una ruptura parcial del tejido muscular. El dolor se intensifica y se presenta una notable reducción en la capacidad de movimiento. Este tipo de lesión requiere mayor tiempo de recuperación y, en muchos casos, tratamiento fisioterapéutico.
- Desgarro de tercer grado: es la forma más grave de esta lesión y se produce cuando el músculo se rompe por completo, pudiendo llegar a separarse del tendón o del hueso. Esta situación provoca un dolor muy fuerte y una pérdida casi total de la movilidad en la parte afectada. Generalmente, este tipo de desgarro requiere una intervención quirúrgica y un extenso plan de rehabilitación para restablecer por completo la función muscular.
Tratamiento para un desgarro muscular
El abordaje terapéutico de un desgarro muscular varía según la magnitud del daño. Sin embargo, todos los desgarros musculares deben tratarse con rapidez para minimizar el dolor y la inflamación. Por esta razón, te mostramos ahora los tratamientos más frecuentes que se aplican en estos casos.
1. Método PRICE
Es la técnica más comúnmente empleada para tratar esta lesión en sus etapas iniciales. Conocido como PRICE, este acrónimo en inglés hace referencia a los siguientes pasos:
- Proteger (protect): evitar que la zona dañada sufra nuevos impactos o se agrave la lesión.
- Reposar (rest): suspender toda la actividad física que pueda forzar el músculo afectado, permitiendo su recuperación.
- Aplicar hielo (ice): colocar compresas frías o hielo en la zona ayuda a disminuir tanto la inflamación como el dolor.
- Comprimir (compress): envolver suavemente la zona lesionada con un vendaje elástico ayuda a controlar la hinchazón y proporciona soporte para evitar un mayor deterioro del tejido.
- Elevar (elevate): colocar la zona lesionada a una altura superior a la del corazón favorece el flujo sanguíneo de vuelta al cuerpo y ayuda a disminuir la acumulación de líquidos, lo que reduce la inflamación.
2. Medicamentos para el dolor
Medicamentos como el paracetamol o el ibuprofeno, disponibles sin receta, son útiles para calmar el dolor y disminuir la inflamación.
3. Fisioterapia
Una vez que la inflamación haya disminuido, es importante comenzar con la fisioterapia para restaurar la fuerza, la flexibilidad y la función del músculo lesionado. Durante la rehabilitación, se suelen incorporar rutinas de estiramiento, ejercicios de fuerza y métodos de movilización.
4. Cirugía
Cuando la lesión alcanza su mayor gravedad, como ocurre en los desgarros musculares de tercer grado, es posible que se necesite una operación quirúrgica para reconstruir el tejido afectado y devolver al músculo su capacidad de movimiento.
Recomendaciones para evitar desgarros musculares
Una vez identificadas las causas y los factores de riesgo asociados a las roturas de fibras musculares, es posible tomar una serie de medidas preventivas eficaces, entre las que se encuentran las siguientes:
- Realizar un calentamiento previo: antes de cualquier actividad física, es esencial calentar adecuadamente para activar la musculatura, mejorar la circulación y aumentar la elasticidad, lo que reduce considerablemente el riesgo de lesiones.
- No omitir los estiramientos: al finalizar el ejercicio, es recomendable estirar los músculos para conservar su flexibilidad y prevenir tensiones o acortamientos.
- Respetar los límites del cuerpo: escuchar las señales del organismo y evitar esfuerzos excesivos es clave para no sobrecargar los músculos.
- Elegir el equipamiento adecuado: utilizar calzado deportivo y material apropiado según la disciplina que se practique ayuda a prevenir impactos o movimientos que puedan generar lesiones.
- Cuidar la hidratación y la alimentación: una dieta equilibrada y una correcta ingesta de líquidos favorecen la recuperación muscular y el buen estado de los ligamentos y los tejidos.
Ahora bien, si crees que has podido sufrir un desgarro muscular, es importante que busques atención médica especializada. En Traumavance, podemos ayudarte ofreciéndote un diagnóstico y un tratamiento totalmente personalizados. Si sientes un dolor muscular fuerte, no dudes en ponerte en contacto con nosotros. Podemos ayudarte a solucionarlo, ¡llámanos!